"Caer en la tentación" (Relato juevero)

Era la segunda semana que Soraya llevaba trabajando de enfermera en aquel Hospital, y estaba bastante entusiasmada porque se había adaptado muy bien en su trabajo profesional desde el primer día.

Aquella noche a Soraya le tocaba el turno de guardia, y como era habitual, lo primero que hizo fue ir por todas las habitaciones para comprobar si todo estaba normal.

En una de ellas, vio que había un nuevo paciente que dormía, era un joven un poco mayor que ella, que tenía un rostro angelical, y un cuerpo escultural, y en ese momento en que ella le observaba él se despertó y ambos se saludaron, después ella se despidió diciéndole que luego volvería a hacerle las curas.

A Soraya le había encantado aquel joven tan atractivo desde el mismo momento en que le vió dormido, y ya estaba deseando estar a solas con él.

Cuando llegó la hora de hacerle las curas, Soraya, entró en su habitación, le retiró las sábanas, y vió que su cuerpo estaba empapado en sudor, desprendiendo olor a sexo el paquete descomunal que abultaba entre el pijama dificil de disimular; por lo que, la enfermera se lo quitó y al ver su miembro tan grande y erecto no pudo contener su excitación por mucho empeño que pusiera en seguir siendo enfermera, se olvidó de su profesión para caer en la más oscura y perversa tentación, diciéndole descaradamente:

- Mmmmmm estás muy bueno, y parece que tienes muchas ganas de follarme, pues esta enfermerita juguetona va a hacer que lo pases muy bien, y te olvides que estás enfermo, porque te voy a hacer unas curas muy sanadoras.

Acto seguido, Soraya, se quitó el tanga rojo y el sujetador del mismo color, quedándose solo con la bata blanca, después comenzó a darle masajes por todo el cuerpo, mientras que él le iba metiendo mano por debajo de la bata hasta llegar a desgarrar con sus zarpas la tela, hundiendo sus dedos entre las profundidades de su océano...

- Uhhmmm estás muy rica, mi enfermerita traviesa, me has puesto muy cachondo, tú sí que eres la mejor de las medicinas, y te quiero fornicar por todos lados, ven acércate a mí... y comenzó a susurrarle al oído palabras lascivas, obscenas y muy calientes...

- Bufffffff, suspiró ella exaltada, diciéndole entre palpitaciones desbordadas... sssssssss ahora déjame a mí hacerte las curas... 

Mientras se arrodillaba le seguía dando masajes hasta llegar a su erecto miembro que aprisionándolo con sus dedos, le comenzó a lamer con su lengua... y de un gran bocado metió el endurecido puñal del paciente en su boca desvirgando las profundidades más allá de su garganta... en una exótica danza de meter y sacar... sacar y meter... meter y sacar... succionando con hambre su miembro entre los labios...

Él estaba muy excitado, no dejaba de gemir y gemir... disfrutando como loco pero necesitaba con ansias desvirgar también el sexo encharcado de Soraya... y hundir su endurecido miembro en sus profundidades... por lo que, la puso a ella contra la pared, y sujetándole con fuerza la cara y el cuello... comenzó a follarla como un salvaje en celo... 

- Más... más... más... más fuerte... massssssssssss... le gritaba suplicando ella gozosa jadeando entre lágrimas de placer en una escena de lo más apasionada como nunca jamás había sido fornicada..

Hasta que... en plena tormenta lujuriosa... cuando los dos morían de gozo derramando sus esencias... la puerta de la habitación se abrió... y alguien entró...

- ¡Buenas noches, Pablo! pasaba a hacerte un reconocimiento profundo pero veo que ya se ha adelantado la enfermera Soraya... le dijo la médica de guardia que venía toda dispuesta a explorar a su recién llegado joven paciente...

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