Los niños me exploran, me tocan, me chupan, me llenan de babas, no dejan de moverme. Se creen que soy un juguete. Yo no les digo nada, pero me cansan porque no paran quietos. Me tienen mareada.
No hablo, ni me muevo, tampoco me meto con nadie. No entiendo por qué esa angustia e incertidumbre en algunas personas. Yo no hago nada. Tan solo ofrezco el descanso.
Y en cambio, algunos me cargan con todo el peso emocional a mis lomos. A veces me gustaría ser sorda para no escuchar esas conversaciones de tensión y de miedo. Me ponen nerviosa. ¡Qué desgaste! ¡Lo que tengo que aguantar!
Bien es cierto que también hay algunos, aunque son los menos, que parece que se dan cuenta de que existo, que no dicen nada ni se mueven, solo ojean el móvil. ¡Qué relax! ¡Qué calma!
Pero otros, qué brutos, parece que me dan coces con las piernas. ¡Qué dolor de patas! Y cuando se van... ¡qué agusto me quedo! descansando en mi rinconcito. Aunque será por poco tiempo. Porque al día siguiente... ¡vuelta a empezar! la misma historia de todos los días en la sala de espera de la Clínica del Odontólogo.
Oh qué bonito!
ResponderEliminarUn objeto que cobra vida y tiene voz.
Original y tierno!
Besitos mi María!
Esta semana el relato juevero trata del tema de la silla narradora, así que me las tuve que ingeniar para hacer de silla con voz y sintiendo como una persona, querida lunaroja jajaja. Muy original el tema.
EliminarUn besazo.
Con lo mal que lo has pasado como silla tampoco quisiera estar en tu lugar. No imaginaba tanto padecer
ResponderEliminarpero después de haberlo contado con lujo de detalle, me cuidaré para no afectarte querida silla.
Gracias, Anónimo, sí que sufre también la silla, tener que aguantar a tanta gente, cada uno de un padre y de una madre, con distintos caracteres y emociones, y de todas las edades, pues sí que sufren también jajaaj.
EliminarUn abrazo.
Eres una artista !! Estaba pensando ( pobre que le pasa ? ) y es una silla jajaja . Te quiero .
EliminarLoli
Qué alegría saber que eres Loli, gracias por volver a mi casita, me alegra un montón. Espero que te encuentres bien. Yo también te quiero, preciosa.
EliminarUn beso enorme.
Buen trabajo de personificación al animar est objeto. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarLas sillas también tienen vida propia, son testigos de multitud de cosas, y siempre callan, esta vez, la tocó hablar.
EliminarUn abrazo, Carlos.
No tengo claro,
ResponderEliminarque es mas
soportable, si
lo chiquillos
(que no lo son),
o el dentista,
encima , la
factura, es
de trescientos
y pico euros ,
por cuatro
empastes.
Qué razón tienes, Orlando, yo creo que es peor soportar al dentista, y mucho peor cuando te dan la dolorosa factura que no hay quién lo soporte, es una exageración lo que valen los empastes y todo lo relacionado con los dientes.
EliminarBesos.
Los objetos inanimados, ellos son seres vivos , si lo miramos un poco la silla normalmente está hecha de madera y esta es de algún árbol, con lo cual quién sabe si también tenga recuerdos de aquel bosque donde fue talado. Muy bien María, esa protesta de tu Silla con toda razón del mundo jajajá. Un besazo con todo mi cariño.
ResponderEliminarPues tienes razón con tu interesante reflexión, mi Campi, las sillas de madera también tienen vida propia. Esta silla no sé de qué está hecha jajaja pero sí que es una rezungona, no la gusta su trabajo el de tener que aguantar a los clientes jajajaj.
EliminarUn besazo enorme.
Un buen argumento, felicidades por tu relato.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Rafael, me alegra que hayas disfrutado de este relato.
EliminarUn abrazo.
excelente .. muy vivida
ResponderEliminarGracias, Ricky, que estés pasando un feliz día.
EliminarUn abrazo.
Que desafío debe tener esa silla con esos pequeños pacientes. Más de alguno habrá llorado, diciendo que no quiere ir al dentista. Y sospecho que hasta pataleado encima.
ResponderEliminarMe gusta la imagen que elegiste. Es como si la silla tuviera una personificación atractiva, sensual. Y la expresión de la modelo representa bien al cansancio del personaje.
Besos especiales.
Esa silla tiene que lidiar con todo tipo de personas, desde niños que patalean, hasta jóvenes y personas mayores con miedo, esa silla es testigo de todo lo que puede ocurrir antes de entrar en la sala del dentista. Me gusta lo que dices de la fotografía, Demiurgo, la verdad es que me resultó dificil elegir la imagen en internet porque casi todas venían con autoría dentro de la imagen, tardé mucho en elegir una que no pusiera nada, parece que últimamente están prohibidas coger imágenes ¿tú sabes de algún espacio donde haya imágenes sensuales sin que ponga autoría?
EliminarBesos especiales.
A pesar de todo esa silla tiene suerte, algunas estan repletas de ropa amontonada, otras con una pata rota entre objetos que huelen mal, otras tien ruedas... Después de todo, lo dicho, hemos tenido suerte de que nos traigas la silla bien iluminada y hasta desinfectada, y es que tu imaginación no tiene fronteras, vaya ocurrencia tan genial la tuya. Un abrazuco
ResponderEliminarOdio las sillas con ropa encima, no me gusta nada, yo soy de las que guardan la ropa siempre en el armario, eso de abrigar las sillas no va conmigo la verdad. Esta silla está abrigada de personas con miedo antes de entrar al dentista, y es que uno entra para un empaste y no sabe lo que se puede encontrar el dentista, al final sales con un montón de cosas que te tienen que hacer, con lo caro que cuesta.
EliminarUn abrazo, Ester.
Hola María!
ResponderEliminarLo que tiene que aguantar una silla! Je, je! Sobre todo la de una sala de espera, visitas fugaces y muy poco consideradas! Creo que la próxima vez que visitemos una, tras leer tu relato, nos de que pensar, verdad? Je, je! Un abrazote!
No nos damos cuenta del peso que tienen que aguantar las sillas en una sala de espera jajaja, hay pacientes de todo tipo, los hay impacientes, otros muy brutos, y también juguetones como los niños.
EliminarUn besazo, Marifelita.
Jajaja, qué buen monólogo, María. Me ha encantado!!
ResponderEliminarBesicos muchos.
Y es que las sillas también sienten y padecen, sobre todo en los relatos cuando las damos vida, LA CASA ENCENDIDA.
EliminarUn besazo.
Nunca he tenido miedo al dentista, quizá porque nunca me ha hecho daño. No me supone una preocupación tener hora con él.
ResponderEliminarBesos.
A mí lo que más me duele es cuando me dan la dolorosa jajaja o sea la factura, esa sí que duele de verdad, Macondo.
EliminarBesos.
Mi abuela solía decir cuando le preguntábamos qué tal había ido el día: "Aquí, sentada en el banco de la paciencia"
ResponderEliminarLa gente mayor, de dos generaciones atrás, eran sabios cultivados en soportar todo el peso de una vida mucho más básica y compleja de la que nosotros seremos (espero) capaces de comprender.
Saludos! (Sentados)
Me ha encantado tu reflexión CleveLand, y sí que me acuerdo de ese refrán que también décían mis padres o abuelos, qué sabios eran, ellos sí que soportaban todo el peso, y no se quejaban, no como ahora, que estamos hechos de cristal, si hubiéramos vivido la vida de ellos, otro gallo cantaría.
EliminarUn abrazo.
Es que hay que ver lo sufridas que son.
ResponderEliminarBesos 💋💋
Bueno yo creo que somos más sufridas las personas Erik jajaja.
EliminarBesos.
Qué quiebro final!!!
ResponderEliminarMe gustó, tan sufrida ella.
Besos.
Una silla que se queja con razón, por lo mal que la tratan, y es que no nos damos cuenta de que soporta todo el peso emocional no solo del cuerpo.
EliminarBesos, Alfred.
cuántos culos inquietos se habrán sentado sobre ellas y cuántos temblores habrá aguantado esa silla. Si ellas le contaran al dentista, éste jubilaría de terror.
ResponderEliminarJjajaja me has sacado sonrisas, Gustab, pues tienes toda la razón, lo que tienen que soportar las sillas en una sala de espera.
EliminarUn abrazo.
No sé si leyó mi historia de la muñeca con una hada adentro. Su texto me trajo bonitos recuerdos de violencia y comics.
ResponderEliminarMe alegra mucho que te haya recordado mi relato a los comics. No recuerdo haber leído la historia que dices, Conejo.
EliminarUn abrazo.
Silla de un consultario. Y además de un dentista.
ResponderEliminarSospecho que más de un pequeño paciente ha pataleado sobre la silla, diciendo que no quiere estar ahí, etc.
Me llamó la atención la foto que elegiste. Como si la silla tuviera una personificación atractiva, sensual. Y luciera cansada, como lo cuenta tu relato.
Besos especiales.
Me dejaste el comentario más arriba Demiurgo, pero con gusto te vuelvo a leer y a responder. Gracias por tus comentarios. Sí que tienen que aguantar las sillas en una sala de espera, pobres. Sí que parece cansada la mujer de la silla, será del miedo que tiene al saber que la tocará el turno de entrar dentro de poco.
EliminarBesos especiales.
La rutinaria vida de una silla que tú has dado vida alegóricamente y me pregunto, cuántas cosas sabrá esa silla?
ResponderEliminarBesos dulces María Dorada.
Las sillas son testigos de todo, y además, son respetables que lo callan. Gracias por corregirme la falta de ortografía, ya la puse bien, ojear sin "h", estás en todo, Dulce.
EliminarBesos.
Estoy en todo, como Dios ;) Un placer María Dorada.
EliminarMás besos dulces y dulce fin de semana.
Que tengas una feliz semana.
EliminarBesos, Dulce.
Me encanta tu imaginación y originalidad. Besos.
ResponderEliminarY a mí me encanta verte por mi casita, poeta.
EliminarBesos, Agapxis.
La silla, en la sala de espera, tiene que soportar los nervios de los que se sientan encima esperando. Esa es su misión. Quien sabe si más adelante conseguirá otro "empleo",
ResponderEliminarSaludos
Pues lo mismo hasta la despiden por quejarse tanto jajaja, El Vici Solitari, mejor aguantar y callar que los empleos escasean, te lo digo por experiencia.
EliminarUn abrazo.
Ohh... vaya oficio! Silla de sala de espera del dentista!!
ResponderEliminarLa de patadas nerviosas y botecitos nerviosos que tendrá que aguantar.
A ver si encuentra otro trabajo...
Abrazooo
Mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer, no sea que se quede sin empleo, que como decía al Vici más arriba, los empleos hoy en día escasean, Gabiliante.
EliminarBesoooo.
hay sillas cuyo problema es quién es su dueño, el tipo de profesión que ejerce y dónde finalmente terminan siendo ubicadas. ellas son víctimas de los vaivenes del destino.
ResponderEliminarun beso.
Me encantó lo que dijiste, DRACO, tienes razón, son víctimas del destino, en realidad tienen que aguantar un poco de todo.
EliminarUn beso.
Los niños te observan por tu sensibilidad ante los aconteceres de nuestra vida la que le das sentido para enarbolar sentimientos olvidados de otras alturas. Otros respiramos sencillamente humanos recogiendo lo sembrado de emociones sentidas por mente tan humana y sí nos damos cuenta de que el abismo esta sediento de posibles calmantes de los que se parten para subsistir.
ResponderEliminarEl sol se repone día y noche y hace hervir la sangre sencillamente sutil e insatisfecha por los avatares de los días sin historias las que penetran cual jaculatorias en nuestra soledad.
Un abrazo
Qué razón tienes cuando dices que los niños observan desde su sensibilidad, y nos dan sentido a la vida, ójala siempre fuéramos niños, por su inocencia, su dulzura, y por su alma tan humana. Gracias por tan bonito comentario, Antonio.
EliminarUn abrazo.
Nunca lo había pensado.
ResponderEliminarPobres sillas.
Desde ahora las miraré con otros ojos.
Besos.
Estas cosas que pasamos desapercibidas, con los relatos, nos hacen reflexionar.
EliminarBesos, TORO.
Y, cuando se encuentre vieja y desconchada, cuando ya no se asiente bien sobre sus patas, al vertedero y a buscar otra.. Lo terrible es que algunas empresas hacen eso con sus empleados.
ResponderEliminarQué pena que así sea, qué real lo que dices, Beauséant, y no solo con sus empleados, sino también con los padres cuando son mayores pasan de ellos. Y es que parece que las cosas viejas solo sirven para estar en la basura.
EliminarUn abrazo.
Nos hemos vuelto una sociedad muy poco sociable, me temo, hemos imitado todo lo malo de los de arriba.
EliminarTotalmente cierto lo que dices, Beauséant, y es que además, siempre se suele aprender lo peor, ya podía ser al revés, nos hemos vuelto insensibles en esta sociedad tan materialista. Gracias por debatir, me encanta, se hace más vivo el diálogo.
EliminarUn abrazo.
Una manera muy original de hacernos ver algunas verdades. Los objetos inanimados pueden tener vida propia, Por qué no, y este que relatas es uno de ellos.
ResponderEliminarUn abrazo, María
Es lo que tiene escribir relatos que hacemos cosas imposibles como que una silla tenga vida propia, podemos transformar todo lo que queremos, es la magia de la escritura, J.R.
EliminarUn abrazo.
Todo un homenaje a la silla !! . Quanta razón tiene i lo que tiene que aguantar sin poder escaparse ni un milimetro de su sitio !. ; )
ResponderEliminarRelato divertido, pero reivindicativo a la vez... para ver a las sillas con "otros ojos" !.
Saludos ;)
Tienes razón, artur, es una manera de reivindicar protestando sobre lo que cree la silla que abusan de ella, el tener que aguantar barbaridades, interesante tu reflexión.
EliminarUn abrazo.
La verdad es que es cierto, cuando vamos al dentista nos entra un pánico increíble. Muy original el relato. Un abrazo
ResponderEliminarY la pobre silla es la que tiene que aguantar nuestros miedos.
EliminarUn abrazo, Nuria.
Lo peor de ser una silla no es soportar el peso de nuestras posaderas, que ya es bastante, sino no poder gritar: "¡Hoy no me siento bien!".
ResponderEliminarTienes razón, Manolo, las sillas no pueden desahogarse, ni gritar, solo tienen que aguantar, aunque no se encuentren bien.
EliminarUn beso.
Es un excelente texto el tuyo, no es fácil hablar en primera persona como si fuera un objeto inanimado, claro que eso lo deducimos al final, lo que ocasiona una sonrisa de sorpresa. La personificación de la silla está muy bien lograda.
ResponderEliminarTe dejo mi abrazo de siempre.
Me alegra que te haya entretenido este relato, Eukel, hoy había que hacer hablar a la silla.
EliminarUn abrazo.
Suelen ser tan maltratadas las sillas de las esperas! Todas terminan con las patas flojas, los tapizados sucios y lis bordes desplegados. Muy buen aporte. María. Un abrazo
ResponderEliminarQué razón tienes, Neo, pasan tantas personas por las sillas, que terminan sucias, y estropeadas, eso es lo que tienen las salas de espera con tanta gente.
EliminarUn abrazo.
jajaja ! Buuuffff Lo q soportan ! pobres! ; )
ResponderEliminarUn relato muy simpático , jugando con el doble sentido de todo e incluso matiz final q aún lo dibuja mejor en nuestra imaginación ...jaja Ayyyyy si las sillas hablarán de verdad , quedaríamos atónitos de lo q podríamos escuchar dice la gente ...al final, los seres inertes a lo mejor no lo son tanto y se impregnan de todos los q las usan ...Muy buen aporte mi querida MARUETA ...q tu silla te acoja en su seno jajaja con todo el cariño q mereces y te dejo aquí : ) un besazo gigaaaante bonita !!
Las sillas son testigos de tantas cosas, mi querida tocaya, que si las sillas nos contaran, sabría dios lo que confesarían, mejor que sean mudas sssss y que sigan siendo sillas que ese es su trabajo jajajaaj para que nos acojan en su regazo.
EliminarUn besazo.
Cada postagem melhor que a outra. Parabéns.
ResponderEliminarGracias por tu visita, silvioafonso.
EliminarUn abrazo.
Hola María, muy buena la historia de tu silla, sin dudas ha contado muy bien sus experiencias, bastante maltratada la pobre, me gusta como ella habla, un abrazo.
ResponderEliminarPATRICIA F.
Una silla que se queja, ya está bien de conformarse, también tienen derecho a protestar, aunque sean objetos, hay que darlos vida.
EliminarUn abrazo, PATRICIA.
Ah, essa “cadeira do narrador” me fez sorrir e refletir!
ResponderEliminarQue personagem tão singular — silenciosa, paciente, mas cheia de sentimentos escondidos.
Gostei demais dessa voz que revela o cansaço e a calma que só quem suporta tantas histórias ao mesmo tempo pode sentir.
É um lembrete sutil de que até o que parece inanimado tem sua própria história, seu próprio limite.
E que um pouco de respeito e cuidado fazem toda a diferença, seja para quem espera numa clínica ou para uma cadeira silenciosa.
BEIJOS MINHA AMIGA.
Quién soporta tantas incomodidades, e incordialidades, como la silla, en una sala de espera, la cual se puede llegar a cansar y también estropear, también tiene derecho a protestar, no solo a callar y aguantar. La silla, esa que es testigo de tantas cosas, si ella nos contara... ¿verdad?
EliminarUn beso enorme, querida Cléia.
Comprendo a tu silla, la vas colocado en el peor delos sitios, en la sala de espera del dentista.
ResponderEliminar¡Pobre! Por lo menos tiene la noche para descansar.
Besitos
Menos mal, Tracy, que tiene un trabajo de ocho horas, que si tuviera que trabajar también por la noche, pobre silla, eso sería explotación.
EliminarBesos.
Sí, ser silla podría resultar todo un desafío. Buena aportación! Saludos!
ResponderEliminarlady_p
Ser silla también tiene sus ventajas e inconvenientes, lady-p.
EliminarUn abrazo.
me ha recordado a un cuento que leí de pequeño, en el que los muebles y materiales del aula de un colegio hablaban entre ellos.
ResponderEliminaresa silla, conmigo no tendría problema, porque yo soy de los que leen un libro. :)
besos, maría!!
Qué cuentos aquellos que leíamos en la infancia, Chema, que nos hacían volar la imaginación, lo vivíamos tal como lo leíamos, parecía increíble, nos llegábamos a imaginar la vida real de los muebles parlantes, o de otras cosas, qué tiempos aquellos, quién pudiera volver a aquella época, qué felices éramos con tan poco, y además, inventábamos los juguetes, éramos muy creativos. Así te imagino, Chema, respetuoso y tranquilo, desde luego que contigo la silla estaría encantada y feliz.
EliminarBesos.
antesala de la tortura, no me extraña que niños y mayores se sientan inquietos, Lo ideal aunque normalmente son mas incomodas serían silla de hierro y niños atados a ellas
ResponderEliminarEs algo angustioso tener que esperar en una sala antes de entrar con el dentista, algunas veces, se hace eterno, y cuando se trata de niños, no me extraña que no paren quietos, o cuando una persona es nerviosa, pero si tuvieran que esperar sentados en una silla de hierro jajajaja madre mía eso sí que sería una auténtica tortura por su incomodidad, además, de todos los nervios que se tienen, o a los niños atados ainsss jajaja pobrecitos no me los quiero imaginar. Un placer tu visita, rodolfo.
EliminarUn abrazo.
Todo el día aguantando culos... qué triste vida...
ResponderEliminarQué trabajo tienen las sillas, más feo, el de aguantar culos, qué razón tienes, TORO, qué vida más triste tienen.
EliminarBesos.
Si ya te había comentado... bueno, con este tres!!!
ResponderEliminar:)
Gracias, TORO, por todos tus comentarios, me encanta lo que dices siempre.
EliminarMás besos.
Un gusto leerte, María. Dónde se encuentra una silla cuenta mucho en lo que tiene que vivir....
ResponderEliminarBesos.
Me alegra volver a leerte, te extrañaba, luego voy a ver tus fotos, haber si has publicado algo nuevo, Eric.
EliminarBesos.
Madre mía que paciencia tiene esa silla. Pero es que el dentista da un mal rollo....
ResponderEliminarUn besazo!
Es que no es nada agradable ese lugar, que digamos, el de la clínica del dentista, si se va es porque no queda más remedio.
EliminarUn besazo, Morella.
Lo que se guardan esas sillas...
ResponderEliminarSaludos,
J.
Es verdad, José A, lo que callan las sillas, si ellas hablaran y contaran.
EliminarUn abrazo.
Dorada. Después de todo, la sacó barata esa silla. Peor suerte tienen las sillas en la sala de espera de un proctólogo. Elevo una plegaria por ellas. Va un abrazo.
ResponderEliminar¿Sabes que he tenido que preguntar a la IA lo que es un proctólogo, Julio David? es que no tenía ni idea jajajaja espero que me perdones pero es que es la primera vez que lo oigo.
EliminarUn abrazo.
Cadeira sofre...
ResponderEliminarUm texto magnífico, onde a sua criatividade é notável.
Gostei muito.
Boa semana querida amiga.
Beijos.
Qué bueno que te haya gustado, Jaime, me alegra mucho verte de nuevo por mi casita.
EliminarBesos.
Maria, que bom te rever.
ResponderEliminarComo sempre a sensibilidade e sensualidade estão firmes
beijos, querida
Me alegra tu visita, Bandys, gracias por volver.
EliminarMuchos besos.
Jajaja, es que como no van a estar nerviosos si van al odontólogo... alguno seguro que no sabe ni lo que hace.
ResponderEliminarPero claro, la silla no sabe qué es el odontólogo... jajaja
Un abrazo.
Es que solo con llamar al timbre del dentista ya una se pone nerviosa, así que imagínate estar esperando en la sala de espera, se hacen eternos los minutos, así que lo pagan las sillas jajaja.
EliminarUn abrazo, Mercedes.