Otro año más, y sigo siendo parada de larga duración. Los años no pasan en balde y cada vez lo tengo más complicado. Estoy en la oficina del INE, esperando sellar la tarjeta de demanda. Esta vez no lo hice por la aplicación, quise venir en persona aprovechando para hablar con la orientadora laboral.
Me toca esperar. Hay muchos parados. También veo que hay mucha cola para las prestaciones. Yo no tengo cabida para ninguna prestación. Lo tengo crudo. Después de estar un rato hablando con la orientadora, salgo igual o peor que como entré. No entiendo mucho el trabajo que realizan. El caso es que sigo desorientada.
Me dirijo hacia el parque y me siento en el césped apoyada a un árbol con los auriculares puestos. La música me anima. Cierro los ojos y vuelo. Me acurruco en mi mundo interior. Pasan los minutos tan rápidos como las secuencias vuelan por mi mente. Abro los ojos unos segundos. Parece que a lo lejos vuela un papel posándose en el suelo. Me acerco a ver qué es y lo cojo. Es un décimo de lotería nacional de hace tres meses. Mira que si está premiado... Qué cosas pienso. Ya hasta divago. Me acercaré hasta la administración y preguntaré.
El señor de la administración me está diciendo que está premiado con el primer premio de la lotería nacional, que caduca hoy y que debo acudir al banco a reclamar el premio. El corazón se me está desbocando. Creo que me voy a desmayar. Necesito coger aire.
Salgo a la calle, necesito sentarme para no caer al suelo, pero mis piés me dirigen a la Comisaría de la Policía. Mi mente no deja de divagar soñando en mil cosas maravillosas para poder salir de aquella situación tan dramática en la que me encuentro. Pero no. No puedo. La honradez de mi persona está por encima de todas las cosas. Aunque sea un talón al portador. Me lo he encontrado. No es mío.
El Policía me ha dado las gracias y me ha dicho que he hecho una gran labor acudiendo a entregar el décimo a la Comisaría. Yo me siento orgullosa de ello. Sé que sigo siendo pobre sin dinero y sin trabajo. Pero soy rica en honradez. Y eso es lo más importante en la vida: los valores humanos aunque no se coma con ellos.
Más relatos en el blog de Marcos
María