Mi primer amor platónico en mi niñez fue mi ídolo Miguel Bosé. Recuerdo que estábamos en casa jugando mis hermanos y yo -yo soy la más pequeña- y al terminar de cenar nos pusimos a ver la televisión, junto a mis padres, un programa que les gustaba a ellos, y como antes no había dos o tres televisores como ahora, ni móviles, ni nada de eso, pues no nos quedaba más remedio que ver el programa que a nuestros padres les gustaba, o sino, nos teníamos que ir a la cama. Así que mejor era eso que no irnos a la cama.
El programa de actuaciones musicales se llamaba "Esta noche fiesta" y lo presentaba José María Íñigo. Aquella noche daban a conocer el primer disco de Miguel Bosé, hijo de Lucía Bosé y Luis Miguel Dominguin, por aquel entonces ambos eran bastante famosos, él por ser torero y ella por ser actriz. A mis padres les gustaban.
Recuerdo cuando salío al escenario a cantar y bailar la canción de "Linda". No lo olvidaré jamás. Su voz me traspasó profundamente el corazón comenzándome a latir a mil por mil. Fue una vibración total. Es cuando me di cuenta que estaba despertando de la infancia para empezar a soñar por un amor imposible.
Desde entonces empecé a soñar con él. Tenía posters de él en todas las paredes de mi habitación, comencé a seguir su trayectoria musical. Me compré todos sus discos habidos y por haber, casettes mejor dicho, porque por aquella época se llevaban los cassettes. Miraba en las revistas del corazón que compraba mi madre para recortar sus fotos y pegarlas en varios cuadernos que le dediqué a Miguel Bosé. Cada vez que escuchaba sus canciones vibraba a más no poder. Aquello fue el despertar de las emociones intensas.
Todavía recuerdo cuántas veces me hacía chinchar mi hermano con mi ídolo Miguel Bosé, y la verdad es sí que me hacía rabiar a más no poder jajajaaj.
Aquel fue mi primer amor idolatrado de la infancia, amaba sus canciones, que me las sabía de "p a pa", me encantaba cómo bailaba, que intentaba imitarle pero aquellos bailes eran imposibles de bailar, adoraba su voz, su cara, su pelo, sus dientes...
¡Tantos años han pasado ya! y lo recuerdo como si fuera ayer. ¡Qué tiempos aquellos! ¡Cuánto hubiera dado por haber visto en directo una actuación de Miguel Bosé! para que me hubiera firmado un autógrafo en la mano, en un disco, en un libro, o haberle saludado en persona, o haber salido en una fotografía con él. Un sueño imposible.