lunes, 7 de octubre de 2024

"Piezas de ajedrez"







Soy el más débil, el peón, en un tablero de ajedrez para enfrentarme al enemigo. No sé qué camino tomaré. Tan sólo es cuestión de que me dirijan unas buenas manos que acaricien mi ruta. Me pueden llevar lejos. Puede que tropiece con la dama. O me encuentre cara a cara con la reina. Tal vez llegue a hacer jaque al rey. De ilusiones también se vive...

No me gusta que se me crucen los caballos. Ni tampoco los alfiles. Me gusta encontrarme con las torres tan esbeltas con aire de nobleza. 

Yo sigo el camino. De un lado a otro. Ya me voy cansando. Parece que la partida se está alargando demasiado. 

Observo la cara de ambos jugadores. Están muy concentrados. El jugador rival se ha detenido a mirar fijamente las piezas por encima de sus gafas, mientras da unos sorbos al wisky y unas caladas a su cigarrillo. Parece que tiene algo difícil la jugada. 

Le están entrando sudores... Le tiembla el pulso... Se le ladea la cabeza... Se está tambaleando... ¡Plof! se cayó al suelo.



Más relatos jueveros en el blog de Mari


María


lunes, 30 de septiembre de 2024

"Cumpleaños"



Ya no podemos hacer aquel viaje que tanto deseabas hacer conmigo. ¿Te acuerdas? Querías ir al Caribe. Disfrutar de sus playas, de su mar, de su belleza. Los dos juntos de la mano paseando. ¡No! Ya nunca podré hacerte ese regalo.

Al principio, no fuimos porque no me alcanzaba el sueldo. Después, cuando tuve un trabajo decente, no pudimos ir, por falta de tiempo. Mi nuevo trabajo requería mi total dedicación y responsabilidad. Y, cuando, por fin, tuve unos días de vacaciones, tu salud empeoró. Siento tanto que tu deseo se quedara en el aire sin cumplir. No me lo perdonaré jamás.

Hoy, en tu cumpleaños, te regalo rosas. Pero ya no las verás. No podrás disfrutar de su aroma, ni de su belleza. También te regalo un poema escrito con el corazón que quedará grabado en tu tumba. Tampoco lo leerás. Tal vez, cuando yo me vaya contigo, allá donde estés, podamos, por fin, disfrutar de ese viaje que quedó pendiente. 


Juntos tú yo de la mano en el alma

volaremos hacia el universo de los sueños

nos encontraremos para viajar

hacia las playas de ensueño

amándonos eternamente.


Tuyo, siempre, tu amado


Más relatos jueveros en el blog Helicon


María



lunes, 23 de septiembre de 2024

"Cartero"




Al abrir la puerta de mi cabaña me encontré en el suelo con tres sobres enumerados. A mí me extrañó encontrarme con aquello. Los cogí y me dispuse a abrirlos. 

En el primero de ellos había un papel escrito con tan solo dos palabras: ¡Te quiero!. En el segundo había una frase más larga: Te espero a las doce de la noche en paseo del río. Y en el papel del tercer sobre ponía: No me falles.

Yo me quedé un tanto pensativa. ¿De quién podría tratarse? Porque no había ninguna firma ni ningún nombre. Así que tendría que esperar a esa hora para averiguar de quién se trataba. La curiosidad me intranquilizaba. Eran ya las doce menos diez cuando salí de la cabaña para dirigirme al paseo del río. Estaba cerca. Al llegar allí no había nadie. El silencio me asustaba. Esperé unos minutos. Hasta que de repente escuché el chasquido de unos pasos pisando las hojas secas de los árboles caídas en el suelo.

En ese instante, unas manos cubiertas con unos guantes me taparon los ojos. Yo grité. En ese momento alguien me colocó una venda en los ojos. A lo que yo pregunté: ¿quién eres que te siento tan misterioso? 

Una voz masculina respondió: ya lo sabrás a su debido tiempo. Tienes que venir conmigo, tenemos que andar un poco, solo son unos kilómetros. Agarrate a mí, que yo te dirijo. 

Yo le dije: Por favor, quítame la venda, quiero saber quién eres, qué es lo que quieres de mí, a dónde me llevas. No reconozco tu voz. Díme quién eres.

Al llegar a donde estaba el vehículo, me hizo adentrarme en él, después de atarme las muñecas. 

No te haré nada si te estás quieta. Me dijo.

Yo estaba muy asustada. No entendía nada. Parece que estaba viviendo una pesadilla. Me aterrorizaba el desconocimiento de toda aquella situación que no podía controlar. 

Me debí quedar dormida en el vehículo. Solo se que al despertarme pude ver a un hombre con el rostro completamente desfigurado.

Al instante, comprendí la razón de todo aquello. Mi expareja a quién le habían condenado a diez años de prisión por malos tratos hacia mí, se había escapado de la cárcel.   



Más relatos jueveros en el blog de Artesanos de la palabra


María