Al abrir la puerta de mi cabaña me encontré en el suelo con tres sobres enumerados. A mí me extrañó encontrarme con aquello. Los cogí y me dispuse a abrirlos.
En el primero de ellos había un papel escrito con tan solo dos palabras: ¡Te quiero!. En el segundo había una frase más larga: Te espero a las doce de la noche en paseo del río. Y en el papel del tercer sobre ponía: No me falles.
Yo me quedé un tanto pensativa. ¿De quién podría tratarse? Porque no había ninguna firma ni ningún nombre. Así que tendría que esperar a esa hora para averiguar de quién se trataba. La curiosidad me intranquilizaba. Eran ya las doce menos diez cuando salí de la cabaña para dirigirme al paseo del río. Estaba cerca. Al llegar allí no había nadie. El silencio me asustaba. Esperé unos minutos. Hasta que de repente escuché el chasquido de unos pasos pisando las hojas secas de los árboles caídas en el suelo.
En ese instante, unas manos cubiertas con unos guantes me taparon los ojos. Yo grité. En ese momento alguien me colocó una venda en los ojos. A lo que yo pregunté: ¿quién eres que te siento tan misterioso?
Una voz masculina respondió: ya lo sabrás a su debido tiempo. Tienes que venir conmigo, tenemos que andar un poco, solo son unos kilómetros. Agarrate a mí, que yo te dirijo.
Yo le dije: Por favor, quítame la venda, quiero saber quién eres, qué es lo que quieres de mí, a dónde me llevas. No reconozco tu voz. Díme quién eres.
Al llegar a donde estaba el vehículo, me hizo adentrarme en él, después de atarme las muñecas.
No te haré nada si te estás quieta. Me dijo.
Yo estaba muy asustada. No entendía nada. Parece que estaba viviendo una pesadilla. Me aterrorizaba el desconocimiento de toda aquella situación que no podía controlar.
Me debí quedar dormida en el vehículo. Solo se que al despertarme pude ver a un hombre con el rostro completamente desfigurado.
Al instante, comprendí la razón de todo aquello. Mi expareja a quién le habían condenado a diez años de prisión por malos tratos hacia mí, se había escapado de la cárcel.
Más relatos jueveros en el blog de Artesanos de la palabra
María