Aquel día nos reunirnos todo el grupo para planificar la noche de Halloween. Debíamos de votar: "Truco o Trato". Y por unanimidad salió: "Truco". Por lo que, decidimos que, para esa noche, el truco consistiría en ir disfrazados de espíritus para hacer una sesión de espiritismo.
Llegó el momento esperado: la noche de Halloween. Ya estábamos todos, así que, comenzamos. Yo era la primera vez que acudía porque nunca había creído en esas cosas.
Keira decidió ser la medium. Apagamos las luces. Encendimos las velas. Nos sentamos en el suelo en círculo, unimos nuestras manos, cerramos los ojos. Todo estaba en silencio.
Keira empezó a hacer la primera pregunta a los espíritus. Y abrimos los ojos para ver la respuesta del péndulo, que empezaba a moverse en una sola dirección. En ese momento, se empezaron a mover las cortinas, las lámparas y los cuadros de las paredes.
No me podía creer lo que estaban viendo mis ojos. Y me empezó a entrar la risa. Los nervios me jugaron una mala pasada. Así que como no me pude contener, me tuvieron que echar de la sala, y ya no podía volver a entrar, así que me fuí de allí.
La noche estaba oscura. No había luna. Al cruzar la calle noté que alguien me seguía. Miré para atrás. Era mi sombra que llevaba un cuchillo en la mano. Escuché un grito. Era mi propia voz que decía:
- Este será tu castigo por reirte de los espíritus.
Y fue entonces cuando vi mi sangre derramada en el asfalto, y mi cuerpo se desplomó al suelo. En ese momento, noté un desprendimiento. Mi alma salió del cuerpo. Ahora era ella la que se dirigía hacia el lugar donde estaban todos.
María