Llegó el momento. Último sábado de octubre. Es hora de volver a cambiar los relojes en España. Toca horario de invierno. No hay problema con los relojes digitales, se cambian solos. Pero con los analógicos tenemos que retrasar, manualmente, las manecillas del reloj, a las 3 poner las 2.
Para muchos será un placer dormir una hora más. Para otros, como a mí, no tanto. Porque mi gato a partir de las 5 de la madrugada se encarga de despertarme dando golpes a la puerta de la habitación. Y yo, medio dormida, corriendo tras él por toda la casa con el spray intentando mojarlo con agua para que deje de dar la lata a esas horas. Pero de nada sirve, me vuelvo a la cama. y a los pocos minutos, erre que erre, vuelve otra vez a las andadas. Así que, esa noche, no será a las 5 de la madrugada cuando mi gato me despierte, sino que será, una hora antes. Por lo que, yo tendré una hora más de suplicio. Una verdadera tortura.
No sólo eso. Me parece un poco deprimente el horario de invierno, porque las noches serán las protagonistas robándonos las tardes. Eso no lo llevo nada bien. Me cuesta adaptarme al nuevo horario. Y cuando una ya se ha acostumbrado, hay que volver a cambiarlo en marzo.
Casualmente, hoy, ha anunciado el Gobierno, que propondrá a la UE eliminar el cambio de horario en el año 2026. Lo que no se sabe qué horario dejarán, si el de verano o el de invierno.
El debate está servido. ¿Prefieres estabilidad horaria? ¿Y qué horario elegirías? Yo estoy a favor de tener estabilidad horaria y me quedaría con el horario de verano. Aunque según los expertos el horario más óptimo para la salud es el horario de invierno. Sea cual sea. Queremos que dejen de desajustar nuestro reloj biológico.
María