Por fin iba a viajar en autocaravana. La idea de llevar la casa a cuestas me fascinaba. Viajar sin horarios daba una sensación de libertad. Sería un fin de semana diferente. Nunca había vivido ese tipo de experiencia. Y había llegado ese momento. Estaba feliz.
Lo llevábamos planeando desde hace unos meses, y al final, nos decidimos. Alquilamos una autocaravana para ir los cuatro a Asturias el fin de semana.
Lo planificamos todo. Andrés y David se comprometieron a conducir. Uno lo haría al ir, y el otro al regresar. Ana y yo nos encargaríamos de organizar la cuestión de las comidas.
Después del largo recorrido disfrutando del bello paisaje, entre bromas, risas, y curvas, cuando ya estábamos llegando al punto de destino. Andrés algo nervioso, nos dijo:
- Chicos, parece que el freno no responde bien.
- ¿Qué estás diciendo? preguntó Ana con cara de asustada.
- Estoy intentando reducir la velocidad pero algo está fallando. Respondió Andrés.
- Tranquilos, chicos, que no cunda el pánico. Fueron las últimas palabras que yo pronuncié.
El turismo salió despedido volcando por un terraplén, cayendo a treinta metros de profundidad. El impacto fue brutal. Los cuatro quedaron atrapados sin vida dentro de la autocaravana totalmente destrozada.
Fue un viaje diferente. El viaje hacia la muerte.
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María