"Un mal día para Mara Laira" (Relato juevero)

A Mara Laira hoy las cosas no le habían ido nada bien. Por la mañana llegó tarde a su programa de radio, porque había tenido problemas para aparcar su vehículo dando un golpe a otro que estaba estacionado en la parte posterior. Por la tarde, tampoco, le había ido muy bien, ya que sus piés se sentían doloridos por los zapatos que había estrenado para posar de modelo en la pasarela.

Así que llegó a casa estresada, y lo primero que hizo, malhumorada, fue tirar al suelo los malditos zapatos de tacón de aguja que tanto daño la habían hecho, y desprenderse del ceñido vestido rojo empapado de sudor, sintiéndose liberada.

Mara, abrió el grifo para llenar la bañera de agua, mientras escuchaba una de sus canciones preferidas, la de Coldplay - Hymn For The Weekend. Y en un instante, se posó delante del espejo, para observar las curvas de su desnudez. Sus ojos se sintieron seducidos provocando se encendiera la luz del deseo, y sus manos comenzaron a tocar sus voluminosos y endurecidos pechos, llevando, sus dedos hasta su sexo comprobando en ellos la humedad de su excitación.

Poco después, se dirigió a la bañera, introduciéndose en ella, para darse un baño espumoso con agua tibia y sales relajantes, enjabonando su largo cabello, y con la esponja en una de sus manos comenzó a frotar sus turgentes pechos, sus brazos, su vientre, sus muslos, sus glúteos, a la vez que, suavemente, y con la otra mano, se acariciaba entre cosquillas su sedosa piel, hasta que, poco a poco, y sin darse cuenta, se fue adentrando en un profundo sueño...

Al escuchar unos pasos, Mara, salió de un impulso de la bañera, parecía que alguién estaba subiendo las escaleras. De un portazo se abrió la puerta. Mara, asustada, dió un chillido al ver a un hombre con aspecto de vampiro, el cual, la forcejeó, tirándola al suelo, tapándola la boca con una venda para que no chillara, y atándola las muñecas.

El humano vampiro, con gran apetito sexual, empezó a acercarse a su escultural cuerpo desnudo, comenzó a olerlo, a tocarlo, a explorarlo con sus manos, acercando su boca al cuello de Mara, hincándole profundamente sus colmillos, chupando la sangre que resbalaba por su piel, mientras ella, dolorida y atemorizada, intentaba moverse, pero el vampiro la tenía bien amarrada entre sus manos, y sin darla tregua, Mara, se desmayó. 

Mientras, los labios vampíricos se paseaban por los pechos de Mara, mordiéndolos, succionándolos, y con la fuerza de sus manos abrió sus muslos, hundiendo y clavándole su endurecido y corpulento mástil, perforándola hasta lo más profundo de sus entrañas, con fuertes embestidas, cada vez con más entereza, y gimiendo más deprisa, entre sus embates, hasta que...

Los fuertes jadeos, despertaron exaltada a Mara, que aún seguía en la bañera, exclamando agitada: -¡qué horror! ¡he tenido una pesadilla!-, y al ver que goteaba sangre por su cuerpo, asustada preguntó:  -¿hay alguien ahí?-.

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