miércoles, 28 de febrero de 2018

"Nieva"




Nieva blanca nieve,
cayendo sobre el manto de mi pelo,
cubriendo la tersura de mi piel,
creciendo cosquillas en mi interior,
tambaleándose mi corazón.

Nieva blanca nieve,
resplandeciendo mis pupilas,
estimulando mis neuronas,
aleteando los copos hasta mi inocencia,
trenzándome las ilusiones.

Nieva blanca nieve,
en la frescura del día,
juegan mis manos,
tiemblan los vientos,
se escarchan las sombras.

Nieva blanca nieve,
construyendo infinito el paisaje,
adentrándome en el bosque de los deseos
de puntillas persiguiendo mis sueños,
hasta anclarme en tu sendero.



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domingo, 25 de febrero de 2018

"Silencioso"




Se descuelga tu voz por mi anatomía,
conquistando mi territorio,
secretas caricias agrupadas en mi piel
formando remolinos silenciosos,
ciñendo mi silueta solitaria,
encadenando tu mudez
en el temblor de las vibraciones.

Tu mutismo se hunde en mi perfil,
bebiendo de mis poros,
peregrino amordazado
invadiendo mi propiedad,
adherido entre mis curvas,
perpetuando tu nombre
entre mis labios.

Susurros sigilosos
trepando por mi espalda,
coronando el silencio,
apagando las palabras,
encendiendo la desnudez,
parpadeando mis formas,
descoyuntando los latidos




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jueves, 22 de febrero de 2018

"Silencio, se rueda" (Proyecto Paraíso de Letras)





En la biblioteca de los sueños,
tu aliento salpicas,
me muerdes los labios,
me bebo tus suspiros,
zambulléndose tu lengua,
al paraíso de mi garganta.

Esencia húmeda latida
del verbo que me penetra
desde la prosa vertical
hasta el verso que me delira.

Y mientras la escena se graba
con la cámara de fotos
me voy pintando la boca de rojo
con la barra de carmín apasionada,
deletreando tu nombre que me sabe
al placer del pecado.




Mi granito de arena para el Proyecto "Paraíso de Letras" promovido por Ginebra Blonde.





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domingo, 18 de febrero de 2018

"Lenguaje"





¿Y qué importa si no estás?
si con cada letra que escribo te beso,
con el silencio de cada espacio te recuerdo,
con cada coma te presiento.

¿Y qué importa si no estás?
si mis palabras te invocan
y mis brazos se laceran
de tanto abrazarte.

¿Y qué importa si no estás?
si de tanto pensarte
se confunden mis versos
con el rostro de tu lenguaje.

¿Y qué importa si no estás?
si bajo el manto de la noche
me roza la oscuridad entre las sábanas,
meciéndome hacia el encuentro de tu luna.



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miércoles, 14 de febrero de 2018

"Suspiro" (Relato juevero)





Suspiro con mis ganas locas,
los besos que nunca me diste,
tu aliento del que bebo sin tenerlo,
las caricias que mi piel inventa.

Suspiro con fiebre enmudecida,
tambaleándome en el silencio,
desmayándome en el tiempo,
al percibir tu voz indiferente.

Suspiro tu sexo entre mis piernas,
orgasmándome cada vez que te pienso,
en mi inquietud desbaratada
entre relámpagos, truenos y tormentas.




Más relatos jueveros sobre suspiro en el blog de Matices.







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lunes, 12 de febrero de 2018

"Con la moto a la deriva" (Proyecto Paraíso de Letras)



Verónica era una joven demasiado liberal y rebelde, le encantaba ir contracorriente, porque le gustaba vivir la vida a su manera. Una de las muchas aficiones que tenía, además del sexo, era conducir su moto, le encantaba volar con ella, era feliz perdiéndose por la carretera, o por entre las rutas que conducían a las praderas.

Aquel día la moto se le había estropeado dejándola tirada en medio de un camino. Al cabo de un rato una furgoneta se detuvo. De dentro salió un joven de aspecto bastante atractivo que estaba dispuesto a ayudarla.

- Hola, me llamo Raúl, parece que se te ha estropeado la moto, no te preocupes que yo te ayudaré, ¿ves aquel caserón allá en el horizonte? pues allí vivo yo, vamos allá que tengo las herramientas necesarias para ayudarte, le dijo el joven.

- Muchas gracias, yo me llamo Verónica. Te agradezco tu ayuda.

Entre ambos metieron la moto en la furgoneta, se subieron al vehículo, y se dirigieron al caserón.

Raúl abrió con la llave la puerta del garaje, y al entrar ambos, Verónica, observó, que en aquel lugar había, entre otras cosas, un  antifaz, unas esposas, una vela, y hasta un revólver, y entonces, al ver esto último es cuando ella se puso algo nerviosa, mordiendo todo el tiempo la cruz que le colgaba del cuello.

- ¿Estás nerviosa? Le preguntó Raúl.

- Un poco sí, porque estará mi madre preocupada al ver que tardo en llegar, dijo Verónica.

- Si quieres puedes llamar a tu madre, ahí tienes el teléfono- le dijo él.

- Sucede que... ¡¡uffff!!! no... no es eso... es que en realidad es una excusa que he puesto, no estoy nerviosa por eso, sino porque me atraes, estoy excitada y me encantaría follar como una salvaje contigo- le dijo descaradamente ella.

El se quedó mudo al oir aquellas palabras, porque no se lo esperaba, ya que únicamente habían ido allí a arreglar la moto, nada más. Pero Raúl se sintió tentado y seducido por ella al escuchar aquellas palabras. Y en aquel momento, allí mismo, le arrancó la camiseta dejando entrever sus esbeltos pechos. Y como un animal hambriento de deseo, comenzó a lamer y succionar con ganas sus pezones, comiéndose sus pechos como si de un niño goloso se tratara al chupar con ganas una dulce piruleta.

Verónica, en esos momentos, le tocó la bragueta del pantalón, y al notar que sobresalía su abultado pene, le desabrochó la cremallera, agarrando con fuerza su miembro al sentirlo tan duro como una piedra, le dijo:

- Mmmm estoy chorreando por entre las bragas como una puta, algo que nunca me había sucedido con nadie, quiero comer tu polla como una loba hambrienta.

Ella cogió las esposas y le ató, él se dejó hacer como si fuera un muñeco, y Verónica se puso el anfifaz en los ojos y encendió la vela. Y con su boca lasciva babeando viciosa saliva derretida, con su afilada lengua, comenzó a mamar el miembro de Raúl tragando la dureza de su hombría, hasta lo más profundo de su garganta, follándole con su lujuriosa boca, engullendo su erección hasta las entrañas, mientras que él jadeando, se escurría en placeres en la  bañera de su boca, entre aguas y espumas blancas.

Para Verónica aquella fue una nueva experiencia de lo más placentera, y es que para ella "El propósito de la vida es vivirla, disfrutar de la experiencia al extremo, extender la mano con impaciencia y sin miedo a vivir experiencias más nuevas y más enriquecedoras".




Mil gracias, mi querida Ginebrapor invitarnos a participar en la propuesta de Citas y Sueños para el proyecto de "Paraíso de Letras", ha sido un auténtico placer haber colaborado aportando mi granito de arena con mi relato.



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miércoles, 7 de febrero de 2018

"La carta" (Relato juevero)




Desde la soledad y la desesperación e impotencia, Olga, no dejaba de derramar lágrimas al pensar en el estado en que se encontraba su madre, ya que había días que ni siquiera la reconocía por las lagunas que desordenaban su mente.

Olga, intentaba abrir el cajón de su escritorio con las manos temblorosas para buscar entre los papeles la carta que escribió hace unos días en uno de esos momentos impulsivos en los que intentaba desahogarse con su madre... 

Por fin encuentra el folio escrito... lo desdobla... lo palpa... lo huele... lo respira... y se dispone a leer las líneas de la carta para seguir escribiéndola...



Mi querida madre:

Sé que no puedes leer esta carta, porque la enfermedad te nubla la vista y ya ni siquiera tu memoria me recuerda, pero aún sigo dando gracias a la vida porque sigues viva, y yo sigo a tu lado para cuidarte, darte mi cariño y hacerte recordar cada día que soy tu hija.

Hoy se han invertido los roles, tú eres la niña y yo soy tu madre, quién te protege, se preocupa por ti cada día, te da cariño, te cuida, como tú lo hacías cuando yo era niña, aunque tal vez a mí me resulte más difícil ser tu madre y no esté tan preparada como tú lo estabas conmigo.

Sé que esta cruel enfermedad no entiende de edades, y que aunque todavía no eres muy mayor a tus sesenta y cinco años, tu aspecto parece el de una anciana de noventa, porque la enfermedad te aleja de tu persona, de tus vivencias, de tu familia, aunque cuanto más te aleja de mí más cerca quiero estar yo de ti.


Pero no puedo evitar sentir cuánto me duele ver que ya no eres la misma de antes, tan presumida, ahora tan abandonada, lo mucho que me está costando asimilar que tú no tienes la culpa de nada, sino que es la terrible enfermedad, la que cada día avanza a pasos agigantados, la que te está arrebatando todo... ¡todo! ¡todo! ¡Dios! ¡cuánto me cuesta asumirlo!, y sé que por mucho que me esfuerce para que sigas siendo la misma, es como ir contracorriente el tener que luchar contra esa enfermedad que te va consumiendo la vida.


Dichosa peste del siglo XXI atracadora de la memoria humana, la que tantas veces altera mis emociones, cuando me haces perder la paciencia con tu rebeldía al decirme que haces lo que quieres y que no hace falta que nadie te cuide. O cuando me gritas a más no poder con rabia lastimándome tanto como si me clavaras un cuchillo en el corazón. O cuando no recuerdas lo que te cuento y me gritas juzgándome de mentirosa o desconfiando de mis actos como si yo fuera una ladrona cuando en verdad la ladrona es la enfermedad que te está robando día a día los recuerdos.


Pero aún así desde tu maltrato verbal hacia mí, herida y ofendida, yo te sigo queriendo igual que siempre porque sigues siendo mi madre, la que me trajo a la vida, me enseñó a ser humilde y generosa, y la que tanto amor me dió.




Olga, escucha los gritos de su madre que la taladran los oídos, ya no puede seguir leyendo la carta ni escribir más porque sus ojos se vuelven a empañar de lágrimas, derramándose sobre el papel, emborronando sus palabras escritas. 

Con el alma encogida y desgarrada, Olga, guarda el folio de la carta en el cajón y se dirige afligida hacia la habitación de su madre que no deja de gritar:

- ¡Ladrona! ¡vete de mi casa!



Más relatos jueveros sobre cartas en el blog de María José. 





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domingo, 4 de febrero de 2018

"Voz"




Mi voz grita lágrimas de sangre,
son aullidos licuados que inundan mis ojos,
chillidos derramados desde el alma,
lamentos bramados fracasados.

Ahogadas mis palabras
en la impotencia bloqueada,
heridas abiertas en el escalabro,
quebrantándose la confianza.

No hay consuelo para el corazón rasgado,
ni alivio para el llanto ensangrentado.



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viernes, 2 de febrero de 2018

"Se oxida"



Porque me dueles desde dentro,
desde lo más profundo de mis entrañas,
desde el alma ciego me crujen las pestañas,
y las pupilas se me despedazan.

Y mis labios lloran,
por no poder besarte,
y mi rostro se marchita,
por no sentir tus dedos,
y mi piel se oxida,
por no sentir tus caricias.

Y derramo poesía,
con las lágrimas de mis letras,
y mi alma se seca,
por no poder tocarte.

Me duele hasta el aire que respiro.



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