Verónica era una joven demasiado liberal y rebelde, le encantaba ir contracorriente, porque le gustaba vivir la vida a su manera. Una de las muchas aficiones que tenía, además del sexo, era conducir su moto, le encantaba volar con ella, era feliz perdiéndose por la carretera, o por entre las rutas que conducían a las praderas.
Aquel día la moto se le había estropeado dejándola tirada en medio de un camino. Al cabo de un rato una furgoneta se detuvo. De dentro salió un joven de aspecto bastante atractivo que estaba dispuesto a ayudarla.
- Hola, me llamo Raúl, parece que se te ha estropeado la moto, no te preocupes que yo te ayudaré, ¿ves aquel caserón allá en el horizonte? pues allí vivo yo, vamos allá que tengo las herramientas necesarias para ayudarte, le dijo el joven.
- Muchas gracias, yo me llamo Verónica. Te agradezco tu ayuda.
Entre ambos metieron la moto en la furgoneta, se subieron al vehículo, y se dirigieron al caserón.
Raúl abrió con la llave la puerta del garaje, y al entrar ambos, Verónica, observó, que en aquel lugar había, entre otras cosas, un antifaz, unas esposas, una vela, y hasta un revólver, y entonces, al ver esto último es cuando ella se puso algo nerviosa, mordiendo todo el tiempo la cruz que le colgaba del cuello.
- ¿Estás nerviosa? Le preguntó Raúl.
- Un poco sí, porque estará mi madre preocupada al ver que tardo en llegar, dijo Verónica.
- Si quieres puedes llamar a tu madre, ahí tienes el teléfono- le dijo él.
- Sucede que... ¡¡uffff!!! no... no es eso... es que en realidad es una excusa que he puesto, no estoy nerviosa por eso, sino porque me atraes, estoy excitada y me encantaría follar como una salvaje contigo- le dijo descaradamente ella.
El se quedó mudo al oir aquellas palabras, porque no se lo esperaba, ya que únicamente habían ido allí a arreglar la moto, nada más. Pero Raúl se sintió tentado y seducido por ella al escuchar aquellas palabras. Y en aquel momento, allí mismo, le arrancó la camiseta dejando entrever sus esbeltos pechos. Y como un animal hambriento de deseo, comenzó a lamer y succionar con ganas sus pezones, comiéndose sus pechos como si de un niño goloso se tratara al chupar con ganas una dulce piruleta.
Verónica, en esos momentos, le tocó la bragueta del pantalón, y al notar que sobresalía su abultado pene, le desabrochó la cremallera, agarrando con fuerza su miembro al sentirlo tan duro como una piedra, le dijo:
- Mmmm estoy chorreando por entre las bragas como una puta, algo que nunca me había sucedido con nadie, quiero comer tu polla como una loba hambrienta.
Ella cogió las esposas y le ató, él se dejó hacer como si fuera un muñeco, y Verónica se puso el anfifaz en los ojos y encendió la vela. Y con su boca lasciva babeando viciosa saliva derretida, con su afilada lengua, comenzó a mamar el miembro de Raúl tragando la dureza de su hombría, hasta lo más profundo de su garganta, follándole con su lujuriosa boca, engullendo su erección hasta las entrañas, mientras que él jadeando, se escurría en placeres en la bañera de su boca, entre aguas y espumas blancas.
Para Verónica aquella fue una nueva experiencia de lo más placentera, y es que para ella "El propósito de la vida es vivirla, disfrutar de la experiencia al extremo, extender la mano con impaciencia y sin miedo a vivir experiencias más nuevas y más enriquecedoras".
Mil gracias, mi querida Ginebra, por invitarnos a participar en la propuesta de Citas y Sueños para el proyecto de "Paraíso de Letras", ha sido un auténtico placer haber colaborado aportando mi granito de arena con mi relato.