Como cada mañana, Azucena, paseaba por la orilla de la playa, en compañía de la nostalgia de su sombra. Siempre con lágrimas en sus ojos y una rosa roja en la mano, que de vez en cuando, acercaba a su rostro rociándola con las gotas que resbalaban de sus ojos, los cuales cerraba para oler más profundamente su aroma, a la vez que acariciaba cada uno de los sedosos pétalos de la flor.
Él se había ido, tan solo quedaban los restos de sus cenizas enterrados bajo la profundidad del mar, pero para ella seguía estando vivo cuando se acercaba a la orilla de la playa. El tiempo se detenía paseando de su mano, sintiendo sus dedos entrelazados a los suyos, dejando las huellas de su caminar en la arena de la playa de su mañana, caminando en el recuerdo de su ayer, en la misma dirección.
El sonido de la brisa era el murmullo de su voz que le acariciaba su corazón desgarrado de dolor, Las olas que le cubrían su cuerpo eran sus abrazos, los que la seguían manteniendo viva en aquella pesadilla de la que no parecía encontrar salida cuando se alejaba de aquella orilla en la que tantas veces había sentido su cuerpo bañándose junto al suyo.
Como cada mañana, en aquella orilla, Azucena, volvía a revivir aquellos momentos tan apasionados sentidos junto a él, que la seguían manteniendo viva, el estremecimiento en las entrañas de su piel y de su alma por el roce de su tacto y la humedad bañada por el mar de su cuerpo.
Cada mañana, su alma se moría de pena, pero allí en la orilla de la playa, con la rosa roja en su mano, volvía a renacer en los recuerdos del ayer.
Cada mañana, su alma se moría de pena, pero allí en la orilla de la playa, con la rosa roja en su mano, volvía a renacer en los recuerdos del ayer.
Imagen de mi autoría
Más relatos jueveros en el blog de Mercedes
Microrelato que publiqué en el año 2014, como muchos de vosotros no estábais por aquí, y el tema de esta semana que propone Mercedes trata de mencionar la palabra playa, me ha parecido una buena idea reeditarlo.
María
Le quedó interesante su relato.
ResponderEliminarComo he mencionado arriba, lo escribí en el año 2014, ya ha llovido desde entonces jajaaj. En realidad, en principio iba a escribir un poema erótico, me apetecía, pero Mercedes me cortó las alas porque nos avisa en su blog que nada de eso jajaja, así que busqué en mi baúl de los recuerdos y me pareció buena idea traer este relato que lo publiqué hace muchos años que por aquí no estábais muchos de vosotros.
EliminarUn beso, Conejo.
Un relato bello a pesar de la tristeza de la protagonista.Pareciera que todos los lugares pueden guardar todo tipo de recuerdos.Te dejo un gran abrazo!
ResponderEliminarQué razón tienes, Menta, que todos los lugares aportan recuerdos, vivencias, todos nos llevan a emociones, unas positivas, otras negativas, aunque este micro no es nada personal, y para que no quede tan triste, he querido compartir una foto de mi autoría de la playa, esa playa de Levante que tanto me tiene enamorada, y que me produce bienestar al mirarla. Una entrada de emociones opuestas. Como la vida misma.
EliminarUn abrazo enorme, Menta.
Una triste historia que me ha gustado mucho. No sé lo que tiene el mar que nos atrae tanto.
ResponderEliminarUn abrazo.
La inmensidad del mar, ese océano inmenso de agua salada que nos traslada a tantos lugares. Es una gozada disfrutar de su belleza. Yo también pienso lo que tú, VENTANA DE FOTO, qué tendrá el mar que tanto nos atrae.
EliminarUn abrazo.
Ohh qué bien ha quedado plasmada esa tristeza, esa inmensidad del mar... qué precioso,de verdad María!
ResponderEliminarUn besazo
El mar nos puede recordar momentos gratos pero también momentos amargos, el mar nos llena de emociones, lunaroja, es inevitable.
EliminarUn beso.
Mientras paseaba por la orilla de la playa, mi cuerpo mojado de agua salada me invitaba a sentir las palabras bien labradas las que siempre manan del manantial de tu corazón.
ResponderEliminarSiguen los sueños desde la otra orilla del estrecho y las Gaviotas se desnudan en la playa.
Mientras el acuífero de limpias aguas del océano, dejo a mi cuerpo que explorarse palabras bien entonadas para sentirse capaz de seguir seguirte entre las olas perfumadas las que rompían en mi cuerpo elevando mis sentidos a lunares donde la luz se hacía sombra venerada.
Un abrazo.
Qué bonito tu comentario, Antonio, paseando por la playa nos puede mojar las olas del mar, y también envolvernos en emociones ese mar salado, y su arena que nos acaricia.
EliminarUn abrazo.
Has hecho bien en traer es un relato de amor y nostalgia. Una rosa era suficiente para renacer cada día a la orilla de la playa.
EliminarUn besazo María. Muakkk
Qué desgarrador perder a la persona que amas. Lo viví, aunque fue decisión mía, dolió muchísimo.
ResponderEliminarHermosa la forma en que lo relatas. Se siente la profunda tristeza de Azucena. A mí el mar me calma, espero que a ella también.
Un abrazo
Que melancolica
ResponderEliminarestas hoy , mi
cielo
Que triste relato, me he visto reflejada en el personaje, perder a la persona que amas es muy doloroso y aunque se va aceptando con el tiempo no significa que se olvide pues siempre está en el recuerdo...imposible olvidar. Besicos
ResponderEliminarQue belleza María, la mañana, la brisa, Azucena y la profundidad de tus letras llenas de emotividad y tristeza pero no por ello menos hermosas. Un abrazo grande
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