Olor...
a tu amor, madre,
al cobijo de tus abrazos,
al dulce hogar,
al olor de tus guisos.
Olor...
a tu rostro de porcelana,
a tu sonrisa roja de terciopelo,
a tus besos de seda,
a tu fragancia inigualable.
Olor...
al mar de mis sueños,
a arena de playa,
a castillos de arena,
a tierra mojada,
Olor...
al jardín de mi infancia,
a verde pradera,
a naturaleza viva,
a pipas de girasoles.
Olor...
a juegos de calle,
a cromos para cambiar,
a gomas de borrar,
a bocadillos de nocilla.
Olor...
a heridas con mercromina,
a tos con aspirina,
a termómetro maternal,
a nostalgia emocional.
Más relatos en el blog de "Artesanos de la palabra"
María
Un aroma embriagador el de tus versos, felicidades.
ResponderEliminarUn abrazo.
Uyyy... la mercromina... estos vivos de milagro. ¿Cuantas veces te pusiste?
ResponderEliminarUn poema precioso de una abanico completo de aromas, que van mutando con el crecimiento, que evoluciona en paralelo a los amores.
Abrazooo
Parece mentira que los olores puedan evocar tanto.
ResponderEliminarMuy bonito, María.
Dejé una nueva entrada en mi blog.
Un abrazo fuerte desde Segovia.
Yo, que ya no la tengo a mi lado, la recuerdo muchas veces por los olores que aparecen en mi vida...
ResponderEliminarPrecioso poema.
Aferradetes, Maria.
Que bonito escribes
ResponderEliminarMaria , un abrazo
mi cielo .
Hermoso poema María, ese olfato que a cada momento con cada aroma te recuerda a tu madre, es algo muy especial, porque de alguna manera la hace presente en cada momento.
ResponderEliminarMe encanto, realmente.
Muchas gracias por participar de nuestra propuesta, un abrazo.
PATRICIA F.
María has logrado transmitir en cada palabra el perfume de tus recuerdos hechos poema. Felicitaciones maravilloso homenaje a tu madre.
ResponderEliminarQue tengas una hermosa noche.
Besos
ohhh qué maravilla!
ResponderEliminarCada verso "se huele"!!
Precioso.
Besitos
María,
ResponderEliminarqué belleza de texto…
Mientras lo leía, sentí que cada “olor” abría una puerta escondida en la memoria. No eran solo aromas, sino escenas vividas, trozos de infancia, huellas de ternura. Tus versos me llevaron al regazo materno, a la calle llena de juegos, a esa nostalgia que se queda prendida en el alma como un perfume imposible de olvidar.
Has tejido un poema que no se lee, se respira. Y al respirarlo, una se encuentra también con sus propios recuerdos.
😘 Fernanda