Aquella noche el viento soplaba con furia, y la puerta del jardín no dejaba de chirriar.
Emma no recordaba cómo había llegado hasta aquel lugar tan mugriento y tan desordenado, ni quién la llevó allí, pero su cabeza no dejaba de darle vueltas como si la fuera a estallar. Al abrir los ojos vió que en su mano manchada de sangre tenía un cuchillo.
Su mente no paraba de cavilar. Sus ojos buscaban más allá del pensamiento intentando recordar algo. Sus dientes rechinaban de pavor. Parecía que la flaqueza se había apoderado de ella.
De su voz salían palabras temblorosas que tropezaban contra las paredes:
- Por favor... por favor.... por favor... ¿hay alguién ahí?
Parecía que solo le acompañaba el miedo, su sombra y la niebla de la noche.
Parecía que solo le acompañaba el miedo, su sombra y la niebla de la noche.
De repente se le ocurre mirar debajo de la cama y ...
- ¡Oh dios mío! exclamó.
Tendido en el suelo había un cuerpo extraño sin vida rodeado de un charco de sangre. Emma al ver aquella escena cae desplomada.
- ¡Oh dios mío! exclamó.
Tendido en el suelo había un cuerpo extraño sin vida rodeado de un charco de sangre. Emma al ver aquella escena cae desplomada.
Afuera, el viento sigue soplando con furia, y la puerta del jardín no dejaba de chirriar.
Adentro, una enorme araña se descuelga de la lámpara polvorienta del techo cayéndole encima de Emma. Empieza a corretear por su cuerpo hasta picarle el cuello.
En esos momentos ella despierta diciendo...
- Ya recuerdo, estuve de fiesta, conocí a alguién, me invitó a beber unas copas, después monté en su coche y... ya no recuerdo más.
- ¡Oh díos mío! ese extraño personaje es el que conocí... ¡está muerto! ¿pero qué ha pasado? ¡noooo! yo no he sido, soy inocente gritaba tapándose con sus manos el rostro pálido y desencajado.
La angustia se apoderó de ella, el eco de sus palabras retumbaban por la habitación, sus ojos se encharcaron con lágrimas de sangre.
La araña continuaba con su paseo nocturno por aquel inmundo y frío lugar.
El corazón marchito de Emma quedó fusilado por el desconsuelo, desde ahora su agonía sería su mayor condena asfixiándola.
En esos momentos ella despierta diciendo...
- Ya recuerdo, estuve de fiesta, conocí a alguién, me invitó a beber unas copas, después monté en su coche y... ya no recuerdo más.
- ¡Oh díos mío! ese extraño personaje es el que conocí... ¡está muerto! ¿pero qué ha pasado? ¡noooo! yo no he sido, soy inocente gritaba tapándose con sus manos el rostro pálido y desencajado.
La angustia se apoderó de ella, el eco de sus palabras retumbaban por la habitación, sus ojos se encharcaron con lágrimas de sangre.
La araña continuaba con su paseo nocturno por aquel inmundo y frío lugar.
El corazón marchito de Emma quedó fusilado por el desconsuelo, desde ahora su agonía sería su mayor condena asfixiándola.
Más relatos jueveros sobre fantasías oscuras terroríficas en el blog de Yessy Kan.