Es tu huella; María, oro,
templado céfiro y dulce,
que anuncia el naciente
calor del amado estío...
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Tú eres la danza, María,
el fuego, la pasión,
el verso, el verbo,
el calor, el beso,
el ardor, el placer,
el labio ardiente,
el seno deseado,
la perla ansiada...
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Ay, María...
Eres la tentación hecha poema,
el fuego hecho verbo,
la erótica Luz,
el delirio fogoso,
el soñado deseo,
el apetito versado,
la gozosa llama,
la irrefrenable pasión...
Eres la Diosa del Fuego.
Y yo... sólo soy una brasa desprendida de tu incendio...
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Le canto al rojo clavel en dos partido
que bajo el balcón de tus negros luceros
exhala el dulce aroma escarlata
del rubescente fuego que tu seno guarda.
Le canto a tus dos hermosas lunas albas
que de candente carmesí coronadas,
de armonía repletas, el mapa conforman
de la geometría turgente de tu torso.
Le canto a la cascada de blanca piel
que en gozoso recorrido desciende
hasta el hoyuelo que en tu talle se talla.
Le canto a la purpúrea petunia que abre
los blandos pétalos de su cárdena llama,
de deseo incendiando a quien la sueña.
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Abrirá de la sombra tu Luz
el lánguido cerrojo,
vencerá de tu seno el Fuego
al frío hielo de la soledad,
romperá del hosco vacío tu Alegría
los tétricos muros,
doblegará de la mudez tu Color
el negro son hórrido,
y someterá de las punzadas tu Pasión
el dolor que a tu pecho envuelve.
Volveré yo a bañarme en tu Luz
y en el resplandor de tu voz,
volveré yo a sentir de tu Fuego
el dulce roce acordado,
volveré yo a inundarme de tu Alegría
que, pródiga, mi alma colma,
volveré yo a volar por entre tu Color
con las rojas alas que tú me diste,
y volveré yo al lado de tu Pasión
a gozar el brillo de tus eternas perlas.
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¿Quién de los versos
tintado ardor hace?
¿Quién con danza ardiente
la blanca hoja incendia?
¿Quién al alto y claro sol
con su llama bella enciende?
¿Quién de la lumbre con su voz
¿Quién a la rosa púrpura
los ardores regala?
¿Quién la pasional fiebre
en el seno incrusta?
¿Quién a la ceniza muerta
en irrefrenable ardor muda?
La Reina de la Llama,
La Ninfa de la Lumbre,
La Diosa del Fuego,
María Perlada.
por el aura depositada
sobre el balcón
de mi ventana,
el beso de la brisa,
una onda de luz,
el verso que a mi verso alienta,
la voz hecha dulce labio.
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llenar de versos el mar de tus ojos,
pintar el perfil de tus labios
con el rojo de mis versos,
volar con mi pluma
entre el calor de tu seno,
dejar el aroma de mi llama
a tu aliento pegado.
Quiero arder en el fuego de boca,
bañarme en el río de tu piel,
beber el néctar de tu númen
y morir ardiendo en tu deseo.
