De DRACO:
En este momento lamento mucho no tener ninguna dote artística... pero, ¡espera!, que con una musa como tú termino bendecido con todas las inspiraciones, ¡oh, diosa!
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Tú escribes... yo imagino... y mi imaginación se desborda en placeres sexuales muchos de ellos impublicables.
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Eres también la resaca llena de pasión que golpea la orilla de fuego.
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De Anónimo:
En tus latidos y en tus instintos, mis palabras teñidas de la sensualidad que de tus versos emana, quieren bañar la oquedad de esencia femenina en caliente humedad
y devorar tus versos temperados en lujuria al conjugar el deseo.
En tus latidos y en tus instintos, mis palabras teñidas de la sensualidad que de tus versos emana, quieren bañar la oquedad de esencia femenina en caliente humedad
y devorar tus versos temperados en lujuria al conjugar el deseo.
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De Carlos Augusto:
Tu poema es un sumario del amor completo, en la emanación de los fluidos. Son ellos, lo que aligeran la piel, se exudan y se manifiestan en el clímax. Oh¡ agua salada la tuya mujer, que embriaga mis humedades.
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De Demiurgo:
Gua. Impresionante.
Te visualizo en tu teatro virtual, con uno de esos vestidos elegantes, que hacen sugestivas a las mujeres atractivas. Recitando esos versos, con toda entonación, y tal vez mirando especialmente a un palco, dedicando tus versos a un espectador, el destinatario de tus versos.
Y también podría imaginarte seductora, como una mujer vampiro, con una blanca piel de azúcar. Ofreciendo la oscuridad, el pecado, el veneno de sus armas de mujer. Y con alguien, cayendo, incluso arrojándose a esa tentación.
Te visualizo en tu teatro virtual, con uno de esos vestidos elegantes, que hacen sugestivas a las mujeres atractivas. Recitando esos versos, con toda entonación, y tal vez mirando especialmente a un palco, dedicando tus versos a un espectador, el destinatario de tus versos.
Y también podría imaginarte seductora, como una mujer vampiro, con una blanca piel de azúcar. Ofreciendo la oscuridad, el pecado, el veneno de sus armas de mujer. Y con alguien, cayendo, incluso arrojándose a esa tentación.
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Sos la voz tentadora y demoniaca que guía hacia un intenso y ardiente paraíso, lo cual no es una contradicción. Guan. Cuanta intensidad revelan tus versos.
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