Se estremece la noche
se agita la luna
recostándose en mi desnudez.
Silba el viento,
se desatan escalofríos
se columpia el beso entre mi pecho.
Tu deseo tangible
emigra al infinito universo de mi piel
descubriendo mis curvas.
Reposan tus dedos
en la voz húmeda de mi alma
lamiendo el oxigeno de mis entrañas.
Mi espalda clama tu saliva,
gota a gota
cubres mi piel.
Soy ráfaga de luz
mar de tus labios
poro dilatado.
Imagen de Bill Brandt
Mi aportación en "Serendipia"
María
No extraña esa dilatación del poro, cuando el deseo coloniza la piel. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminar:O Se estremece la noche y se estremece todo cuando el erotismo se diluye entre versos y escurre por cada palabra que dibuja apetecibles placeres. Un disfrute este poema, María Dorada. Tu poesía en plenitud.
ResponderEliminarBesos dulces para estremecer.