Un ruido extraño me despertó. Me levanté temblorosa de la cama. Me asomé a la ventana. Pero aquella noche no había luna. Todo estaba oscuro.
Cogí la linterna y salí al patio. Las ramas de los árboles no hacían más que moverse. Me dirigí hacia la caseta de Rambo que parecía dormido.
Al verle, pegué un chillido: - ¡Oh dios! ¡está muerto!
No daba crédito a lo que estaba pasando. Habían envenenado a mi perro. Mis ojos se llenaron de lágrimas. Sentí una pena indescriptible. Tenía que pedir ayuda.
Corriendo entré en casa. Fui a llamar por teléfono pero el cable estaba arrancado, la luz se había ido y la linterna apenas alumbraba porque se estaba acabando la batería.
El corazón acelerado me latía a mil. Estaba descontrolada. Tenía un miedo terrible. Deseando de huir de allí.
Salí directa al garaje. Me metí en el coche y nada más poner el motor en marcha, oí la respiración agitada detrás de mí. Cuando me giré vi un rostro encapuchado de alguien que me tapó la boca. Y en ese momento mis ojos se nublaron, cayendo desplomada.
Mi aportación para la propuesta de Nicolás
María
Muy imaginativa historia, me ha mantenido atenta desde el principio hasta el final.
ResponderEliminarUn abrazo.
Si ha sido así, me alegro, VENTANA DE FOTO, yo escribiéndola he disfrutado un montón imaginando las escenas.
EliminarUn abrazo.
Parece que puede continuar, pero la última noche explica demasiado... un triste final.
ResponderEliminarUn saludo.
No se sabe qué pasó después, si la mató, o tan solo se desmayó, en éste caso sí que podría seguir contando la protagonista lo que pasó después, LUFERURA, a la imaginación del lector.
EliminarUn abrazo.
Maria, muy buen suspenso. Me atrapa ese final que queda abierto a la participación del lector. Un abrazo
ResponderEliminarCarlos
Me encantaría que el lector imaginara su continuación, espero seguir leyendo comentarios a ver qué se les ocurre. Me alegra que hayas disfrutado, Carlos.
EliminarUn abrazo.
Con pocas letras, luce el sol en tu pradera, iluminándonos los sentidos los que se quedan agazapados y sin respuestas... me mola mogollan.
ResponderEliminarun abrazo
Gracias por tus palabras querido amigo Antonio, siempre es un placer recibir tus comentarios.
EliminarUn abrazo.
Ay madre mía, sentí también ese frío y ese miedo!
ResponderEliminarTe quedó genial!
Un besito
Me alegra que hayas disfrutado, lunaroja.
EliminarUn besito.
Maria, Maria, que conto horripilante^!!! Que momentos indescritíveis que vão sucedendo e nos angustiando como se fosse a gente que lendo está! Não tem final? Mas vou determinar um final feliz! Viu? besitos!
ResponderEliminar.
Qué bien que tú le encontraras un final feliz, Maria Luiza, cada lector imagina desde su mente lo que quiera que sea el final, y eso es lo bonito, que la imaginación fluya. Pero es cierto que el miedo nos llena de ansiedad y nos pone muy nerviosos. Menos mal que esto es tan solo un relato.
EliminarBesitos.
Chica, el dia que
ResponderEliminarte metas a
escritora, tus
libros seran
best sellers ,
lo mismo te
salea algo
romantico,
que de miedo
como este ,
uuuuh .
Gracias por tus palabras, Orlando, pero solo escribo cositas sencillas, lo que me sale en cada momento, disfruto escribiendo, pero nada más, no llego a tanto jajaja más quisiera yo.
EliminarBesos.