Aquella noche, Demiurgo, estaba cansado, acababa de terminar de pintar con acuarelas el último dibujo que le quedaba pendiente, por lo que, antes de irse a dormir, abrió el cajón y guardó todos los dibujos en la mesa de su escritorio.
Al día siguiente tenía que madrugar para llevarlos al Museo de Hurlingham donde había sido invitado para exponerlos en una de las salas, así que ya era hora de retirarse a descansar.
A los pocos minutos de quedarse dormido, unas sombras en la noche le despiertan, entre las cuales se divisa un cuerpo femenino con rostro pintado de colores, como si de una mujer fantasma se tratara.
Demiurgo intenta abrir bien los ojos para visualizar el rostro y el cuerpo de aquella extraña mujer, pero cada vez lo vá viendo más borroso, sin lograr divisar exactamente quién era. Al poco rato escucha una voz femenina que le dice:
- ¡Ya te tengo, Demiurgo!
Al oir aquellas palabras, con una voz sensual de locutora de radio, muy parecida a la de Mara Laira, Demiurgo se queda perplejo e impresionado.
Mientras la mujer fantasma le toma prisionero, le tapa la boca y le ata las manos. Demiurgo se empieza a poner nervioso, creyendo que uno de sus dibujos se presenta ante él para revelarse y castigarle, o tal vez estuviera cruzando al paraíso de sus sueños porque se sentía atraída por él. Demiurgo ya no sabía qué pensar, mientras estaba siendo atado.
De repente, la imagen fantasmal femenina empieza a desnudarse y comienza a danzar un baile muy sensual. Demiurgo se siente tentado y empieza a sentir emociones agitadas al visualizar más nítidamente aquella silueta atractiva y seductora en movimiento.
La danza sensual finaliza, y, poco a poco, la imagen femenina empieza a vestirse de enfermera. Se acerca a Demiurgo con un objeto en la mano. Las emociones de Demiurgo se transforman exaltándose de manera inquietante al visualizar un arma en la mano de aquella mujer fantasma. Demiurgo se pone nervioso hasta tal punto que empieza a sentir molestos zumbidos en el oído izquierdo.
¡¡¡¡¡Ringggggg!!!! ¡¡¡¡¡¡ringgggggg!!!!! Suena el despertador.
Demiurgo se despierta sobresaltado y molesto por los zumbidos en el oído. Mira de reojo de un lado a otro de la habitación, queriendo encontrar a alguien. Pero allí no había nadie.
Demiurgo se despierta sobresaltado y molesto por los zumbidos en el oído. Mira de reojo de un lado a otro de la habitación, queriendo encontrar a alguien. Pero allí no había nadie.