El telón se había bajado y los espectadores no cesaban de aplaudir a Mar. A pesar de que ya había terminado el espectáculo. Pero es que Mar actuando en el escenario parecía una verdadera Diosa... Ella ardía apasionadamente como el fuego...
Los ojos de los espectadores la penetraban, no sólo cuando estaba en el escenario... al terminar algunos eufóricos iban tras ella cuando se dirigía a su camerino. Y es que sus movimientos andantes derrochaban puro erotismo... tanto que hacía chamuscar a cuántos la observaban.
En su camerino... Mar se sentó frente al espejo y se detuvo unos instantes con aire pensativo y nostálgico, mientras se iba soltando y peinando su larga y rubia cabellera.
Pensativa seguía ella... mientras se iba desmaquillando sus ojos... esos ojos que tenía tan grandes y bellos como el sol... pero a ratos se empañaban con una nube de tristeza.
Al desmaquillarse... el rojo carmín de sus labios, seguía igual de esplendorosa su boca... y es que era tan libidinosa, erótica y carnosa que incendiaba, no solo al compañero protagonista cuando le besaba apasionadamente... igualmente los espectadores cuando contemplaban la escena se sentían abrasados a besos también ellos como protagonistas.
Al cabo de un rato... se quitó el vestido negro que ceñía todo su cuerpo dejando entrever sus voluminosos pechos perlados quedándose semi-desnuda... Y es que el cuerpo de Mar era toda una obra de arte divina... con esas esbeltas curvas anatómicas que hechizaban y desquiciaban los sentidos. Y esa piel de Diosa... tan sedosa y blanca... ¡como la luna!
Mar se cambió de ropa... poniéndose la suya propia, más cómoda. Aún así, no dejaba de seguir siendo la misma mujer sensual... porque Mar aún hasta con bata era la seducción personificada. Su sensualidad la llevaba innata en el jardín de su piel. Ella seguía estando bella... aún más bella... al natural... sin maquillajes que lo que hacían era enmascararla.
Al terminar... cogió su bolso y se marchó a su casa porque allí la estaba esperando el amor de su vida que la necesitaba como el aire para respirar.
Al abrir la puerta... allí estaba él... su gran amor... su felicidad... él lo era todo para ella... y por quién daría su vida... Al verle... sus ojos comenzaron a brillar de felicidad...
- Ya estoy aquí contigo, mi amor, mi niño- le dijo Mar abrazando a su hijo con mucha ternura.
- ¡Mamá! ¡mamá! me está enseñando Sandra a tocar la guitarra, pero te he echado mucho de menos- le dijo el niño a Mar.
Nadie conocía su secreto... Mar, cada día acudía a su trabajo, disfrazándose en el escenario de mujer fatal a los ojos de los espectadores, porque necesitaba reunir cierta cantidad de dinero para pagar la costosa operación de su hijo para que pudiera seguir sobreviviendo.