Era la primera vez que Mara Laira me invitaba a su chalet a la fiesta de su cumpleaños. Y yo estaba feliz porque sentía atracción por Mara, lo que ella desconocía. Así que lo primero que pensé era en intentar causarla una buena impresión o hacer todo lo posible para atraerla y atraparla en mi red. Me puse el vestido negro de gasa transparente, con amplio escote, y las sandalias de tacón de aguja con brillantes que únicamente las había estrenado en sueños.
Cuando llegué a su chalet, allí estaba Mara, feliz y radiante, acompañada de otros personajes famosos, como El Demiurgo, Duality, El Historietista, Atalanta y varios más.
Yo, entusiasmada, me acerqué a Mara para felicitarla por su cumpleaños besándola en las mejillas y entregándole mi regalo. Ella, muy atenta, agradeció mi asistencia a su fiesta de cumpleaños.
Escuchar la voz de locutora de Mara en su presencia, era una auténtica delicia, tan suave y melosa, tan acariciadora, oírla de cerca me estremecía aún más.
Comenzó el baile y la invité a bailar conmigo, se quedó algo extrañada porque ella nunca había bailado con una mujer. Pero no quiso rechazar mi invitación.
Mientras bailábamos aproveché para hablarle sobre la admiración que sentía hacia ella. Y le confesé que me atraía. Ella palideció. Su expresión era de auténtica impresión. No supo qué decir. Noté en ese momento cierta conexión. Sus ojos la estaban delatando. En ellos había algo misterioso que me hechizaba aún más.
Terminó la canción y la dije que si quería que saliésemos fuera, al jardín. A lo que ella cedió. Mientras salíamos pude percibir que su mejor amiga, Atalanta no nos quitaba ojo.
Nos pusimos a charlar las dos en el jardín, mientras bebíamos unos licores. Poco después me dijo que le sujetara la copa y que la esperara un momento que tenía que ir al baño. Mientras aproveché para echar en su bebida unos polvos relajantes. Cuando llegó le di la copa y bebió. Acto seguido se desmayó.
Aproveché para meter a Mara dentro de mi coche, lo que hice sin que nadie nos viera, con la intención de llevarla a mi apartamento, allí estaríamos las dos solas, sin que nadie nos molestara.
- ¿Qué ha pasado ? ¿adónde estoy? no recuerdo nada, dijo Mara.
- No te preocupes, estás en mi casa. Te mareaste cuando estabas charlando conmigo. Has pasado aquí la noche, le dije.
- Me tengo que ir, estarán angustiados por mí, me estarán buscando, dijo Mara.
- No te preocupes, les he llamado diciendo que estás conmigo, le respondí.
Y ella se quedó tranquila. Aunque no recordaba nada. Ni siquiera que había sido su cumpleaños.
En ese momento aproveché para hacerla una propuesta. ¿Te gustaría posar de modelo para mí? me encantaría regalarte un dibujo, le dije.
- ¡Oh! qué emocionante, no sabía que dibujabas, por supuesto que sí, será un placer ser tu musa, dijo Mara.
Mientras posaba Mara, yo la iba dibujando, y a la vez hablando con ella:
- Siempre he deseado dibujarte, en mis reiterados sueños aparecías tú, siendo mi musa, y tenía escenas amorosas contigo, cuando finalizaba la sesión de pose nos divertíamos con juegos eróticos, yo te besaba por el cuello continuando por el tobogán de tu espalda, y como una sumisa te dejabas llevar, y esculpía a caricias tu cuerpo con el dominio de mi ardiente deseo, y tú te estremecías de placer...
Mara se quedó mirándome fijamente, se acercó a mí, y en ese momento me pellizcó fuerte en la boca con sus dedos y me dijo:
Más relatos sobre encuentros con el Mara Verso en el blog de Demiurgo.
Autor del dibujo Demiurgo