No se si será porque se acerca el Día de Todos los Santos o por qué será. El caso es que últimamente sueño con mi madre, algo que antes no hacía. Ahora ella viene a visitarme alguna que otra noche. Y se mete en mis sueños. En ellos, ella está viva. Me llama. Me habla. Me mira. Me sonríe. Me acompaña. Yo la siento tan real como si estuviera conmigo. Pero al despertarme y ver que se trataba de un sueño, me hace sentirme algo triste y nostálgica.
Las calles por donde paseábamos sienten su ausencia, están frías. El hogar sin ella no es el mismo hogar. Está vacío. Porque nadie puede llenar su hueco. Ella era la generosidad en persona. El calor del cariño. Todo amor y resplandor. ¿Cómo no echarla de menos?
No sé qué significarán estos sueños que, últimamente, se repiten tan constantes dentro de mí. ¿Tal vez ella me quiere dar algún mensaje? ¿o es que desde dónde está me sigue dando fuerza y protección?
Sea cual sea, lo cierto es que, mi amor por mi madre es incondicional. Mis emociones están vivas, como así la siento a ella. El hecho de que no esté presente no significa que mi amor haya muerto. Creo que todo lo contrario, ha crecido aún más.
Pero es algo que no se demuestra llevando unas flores al cementerio en un día concreto. No. El amor que siento hacia mi madre lo siento cada día del año dentro de mí. En mi corazón. En mi mente. En mis recuerdos. En el legado de sus genes. En mi casa. En la calle. En el aire que respiro. En mis viajes. A donde quiera que vaya. Ella está conmigo. Porque mi madre siempre será mi hogar.