Cierro los párpados
gota a gota llueve la piel
al borde del deseo,
reflejos dorados
ante el espejo.
Mi dedo se recuesta
en la desnudez de mi sexo,
suspiros febriles
agitando las mareas
vaho tiñendo la piel.
Mano visible
contorneando mi silueta
pigmentando destellos,
fragancia de luz
intimidad de seda.
Sueño latente al descubierto,
geometría palpable,
húmeda ensoñación,
caricia incandescente
descansando en mi pecho.
El espejo moderno lo inventó el químico alemán Justus Von Liebig hace doscientos años.
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