Una y otra vez... una vez y otra más... haciéndome la misma pregunta... sin que su cabeza recuerde nada de lo que me acaba de preguntar... porque está llena de lagunas... y se que no me va a entender... por eso a veces la respondo con una sonrisa... otras veces con una caricia... pero ella me grita y no para de gritar cada vez más fuerte.... exclamando... ¡no me toques! ¡me estás haciendo daño!
Las lágrimas se resbalan por entre mis mejillas... ahora soy yo la que no la comprende... ¿cómo puedo hacerle daño con una caricia?... ahora soy yo la que intento hacerme daño mordiéndome los labios hasta hacerlos sangrar...
Y me pierdo... me pierdo en el continente de la impotencia... y entre el vacío de mi mirada... hacia el silencio de la nada... esperando recibir una respuesta del viento... o con la esperanza de que el oxígeno me siga trayendo fuerzas para levantarme un día más... para seguir estando a su lado... para seguir protegiéndola... cuidándola... mimándola... como si fuera mi niña...
Mientras tanto el tiempo se va consumiendo... exactamente igual que el cigarrillo entre mis labios... en el intento de llenar el vacío e impotencia de mis segundos...
Más relatos sobre envejecer en el blog de MOLI