
Ángela llevaba una temporada sin encontrar trabajo, y se encontraba algo angustiada, porque hacía unos meses que no podía pagar los recibos, temía que la cortaran la luz, ni siquiera podía poner la calefacción. Por eso llevaba unos días deprimida sin ganas de salir.
Para animarla, su amigo Marcos, la invitó a que fuera con él al baile de carnaval, así que ella no pudo rechazarle. Además, era la primera vez que asistía a una fiesta de disfraces y le atrajo la idea.
Aunque Ángela estaba animada sentía cierto nerviosismo por temor a hacer el ridículo con el traje que había elegido, ya que no estaba muy convencida porque era muy recargado y estaba algo pasado de moda. Ella hubiera preferido uno más acorde con su personalidad. Pero como no podía permitirse el lujo de gastarse más dinero, no la quedó más remedio que comprarse un vestido de segunda mano si quería ir a la fiesta.
Al llegar al lugar, allí estaban esperando, Marcos con sus amigos, y al verlos, como por arte de magia, se olvidó por completo del vestido, cambiando de chip, pensando que, al fin y al cabo, de lo que se trataba era de pasárselo bien. Así que en aquel lugar consiguió olvidarse de todos sus problemas y disfrutar de lo lindo, bailando, bebiendo, riendo, charlando y gastando bromas con Marcos y sus amigos.
Antes de que acabara el baile, Marcos tuvo que regresar pronto a casa porque al día siguiente tenía que madrugar, pero ella como lo estaba pasando tan bien, se quedó hasta el final.
Al terminar el baile, Ángela, tuvo que regresar sola, y mientras caminaba, se dió cuenta de que en el trayecto hacia su casa tenía que atravesar el bosque, algo que no le agradaba nada.
Cuando llegó al bosque le daba la impresión que escuchaba voces de entre los árboles y parecía ver sombras que estaban escondidas. Hasta tenía la sensación de que alguien la iba siguiendo. Por lo que miró para atrás varias veces pero no vió a nadie. Así que empezó a ir más deprisa. Y al volver a mirar otra vez de reojo percibió la sombra de una extraña silueta que se movía detrás de ella.
Su corazón iba a explotar. Tenía miedo. Mucho miedo. Estaba agitada. Alterada. Quería correr pero no podía. El dichoso vestido de carnaval era demasiado ajustado y no podía dar grandes pasos. Pareciera que la sangre de sus venas se había congelado. Sus piernas se paralizaron. El tiempo se detuvo. Era tanta angustia la que sentía que Ángela se desplomó al suelo.
Es preciosa, muchas gracias, Lucía, me ha encantado
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